TRASTORNO DEL APRENDIZAJE
El aprendizaje es el conjunto de mecanismos con los que adquirimos automatismos, saberes o conocimientos. Se define por la capacidad de cambiar el comportamiento de manera coherente y persistente como respuesta a una información o a un acontecimiento exterior. El aprendizaje depende, por tanto, de la aptitud del individuo para hace evolucionar su comportamiento en función de la experiencia. Existen numerosos métodos de aprendizaje como el aprendizaje por recompensa, fracaso, imitación, repetición, creatividad… Independientemente del método, el aprendizaje supone la capacidad del cerebro para reorganizar, permanentemente, la red de neuronas de tal manera que se integre un nuevo comportamiento y se facilite su ejecución. Se habla de “plasticidad cerebral”. De este modo, gracias a la plasticidad cerebral, cuando el mismo acontecimiento se repita, tendrá como respuesta un comportamiento más rápido, preciso e intuitivo.
El Método Tomatis®, mediante unos contrastes sonoros diseñados para sorprender al cerebro de forma natural, actúa sobre la plasticidad cerebral. De hecho, ayuda al cerebro a desarrollar mecanismos de detección y de análisis del cambio. Por ello, el Método Tomatis® es una pedagogía que tiene por objetivo enseñar al individuo a prestar una atención mayor a todo acontecimiento externo y nuevo. Facilita la integración de la nueva información y permite al alumno mejorar sus competencias generales y académicas.
Durante la etapa escolar, el niño aprende, sobre todo, de sus propios errores. Aunque sea normal y necesario cometer errores para avanzar, la repetición de ciertos errores concretos y sistemáticos nos lleva a hablar de trastornos del aprendizaje, que comienzan, la mayoría, con el prefijo “dis” (por ejemplo, dislexia).
Estos problemas de aprendizaje no tienen ninguna relación con la inteligencia sino que dejan patente la dificultad del niño a la hora de utilizar correctamente la red neuronal o ciertas zonas cerebrales. El objetivo del Método Tomatis® es, precisamente, favorecer que el niño desarrolle circuitos compensatorios. En otras palabras, si no se puede curar un trastorno del aprendizaje, se puede sortear o compensar permitiendo al cerebro explotar otras redes neuronales.